El 24 de septiembre, el activista de GJAE Adam Weissman siguió al presidente de República Dominicana Leonel Fernández por casi cinco horas.
El día comenzó con la conferencia de Fernández en el Consejo de las Américas. GJAE estuvo presente entregando folletos a los asistentes y a los que pasaban por el lugar, alertándolos que Barrick pretende robar más de mil millones a los habitantes de República Dominicana, además de contaminar su medioambiente. GJAE solicitó a Fernández que revocara el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA en inglés) para que se asegure que su país no sea extorsionado de la manera en que los países de la cuenca del Pacífico lo hacen con El Salvador. Las respuestas fueron diversas: un sorpresivo número que entró al evento expresó su apoyo al mensaje, mientras que otros, lógicamente, respondieron con burlas y desdén. Unos trabajadores oriundos de República Dominicana que pasaban por el lugar se molestaron al enterarse de los planes de robo en su país por parte de Barrick y estaban muy al tanto del feo historial de robos a las riquezas de su país. Fernández escuchó muchas quejas al entrar y salir de la conferencia. Agentes del servicio secreto y personal investigativo de inteligencia diplomática de la policía de Nueva York estaban a su máxima capacidad, manteniendo a los activistas alejados del presidente y su comitiva, pero no por eso Fernández no escuchó ni vio el mensaje.
Después de dejar el Consejo de las Américas, el presidente y su comitiva cruzaron la calle y entraron al Consejo de Relaciones Exteriores. Adam esperó afuera hasta que Fernández salió, exhortándolo una vez más a revocar el CAFTA y el proyecto minero al momento en que salía del edifico y entraba a su auto.
Eso habría sido el fin, pero Fernández y su comitiva llegaron hasta la muy congestionada Park Avenue, lo que permitió que Adam siguiera los pasos del auto de Fernández por diez cuadras. Las ventanas se mantenían cerradas, pero Adam continuó pidiéndole enérgicamente que echara a Barrick y la explotación del CAFTA-DR de su país. El auto pudo acelerar ocasionalmente, pero Adam alcanzó el auto en el momento que se detuvo una cuadra después. El presidente tenía claro que se había sumado un miembro más a su comitiva e hizo señas a Adam en algunos momentos. Esto continuó por casi 10 cuadras en un tedioso y lento tráfico hasta que se despejó un poco. Pero por un largo rato, Fernández se vio forzado a oír el mensaje del pueblo de República Dominicana que exige la salida de Barrick y no quiere ser parte de un tratado de libre comercio elaborado para facilitar el poderío que las corporaciones ejercen sobre Latinoamérica.